25 noviembre 2006

10 años más y 10 años menos

Hace 10 años, cuando festejamos nuestra 1° Fiesta del Reencuentro, Eduardo Rodríguez, de 5to. 1ra. TM, estaba viviendo muy lejos entonces le mandó por correo a Ariel Bargach esta carta.
No sabemos por dónde andarás... Esperamos que esta noche, 10 años después, sí puedas estar presente.

Avellino, Italia
22 Septiembre 1996

Queridos vejetes:
¿Cómo están? Cuando el otro día levanté el teléfono y era Ariel casi me desmayo, por un lado por escucharlo después de tanto y tiempo, y por otro, por tomar conciencia de que PASARON 10 AÑOS!!
Como lamentablemente no puedo estar ahí físicamente, lo estoy a través d eesta carta que escribo muy emocionado.
Mientras pensaba qué poner entre tantas cosas que uno quisiera contra, llegaba a la conclusion que esta fiesta del reencuentro era también una especie de balance de lo que éramos 10 años atrás y lo que somos hoy.
En mi caso, como creo que muchos de ustedes, este tiempo me ha cambiado bastante.
La primera cosa que me ha cambiado es mi hermosa melena por una hermosa pelada que lustro todas las mañanas, y como sabrán, ha cambiado mi estado civil y mi residencia.
Les cuento un poco: estudié arquitectura en la Universidad de Buenos Aires hasta que me recibí en el ’94. En ese tiempo militaba en un partido politico y trabajé en el Consejo Deliberante de Lomas de Zamora donde venía siempre un periodista de apellido Bargach.
Cuando me recibí, commence a trabajar en un Estudio que queda muy cerca de la Escuela (Las heras y Acevedo).
En febrero de este año me case con Clara (mi novia desde hacía 8 años) y nos vinimos de luna de miel a Italia. Acá conseguí trabajar de arquitecto y como lamentablemente en Argentina la construcción está muerta, decidimos quedarnos un tiempo. Pero solo un tiempo porque nos cuesta muchísimo estar lejos de nuestra patria (imagínense lo que es para mí no poder estar allá cuando el año próximo Temperley le gane a Banfield!)
Por otra parte, en este tiempo aprendí mucho. Sobretodo a valorar muchas cosas que a los 17 años no les daba importancia. Fundamentalmente creo que aprendí a querer mucho a la gente con la que comparto y compartí alguna vez mi vida donde, por supuesto, ahí están ustedes. Insistiendo con el balance, me llegan algunos de los mejores recuerdos de mi vida. Los cumpleaños de 15, los 21 de septiembre, las fiestas y, por qué no, los exámenes y la vida de todos los días en la escuela y fuera de ella.
Bueno, cambio de tema porque me estoy emocionando mucho (no se olviden que el estar lejos potencia mucho más las emociones que de por sí ya son altísimas).
Ariel me pidió que cuente algunas anécdotas. Les cuento la primera: en esta zona donde vivo está lleno de industrias de pieles, más exactamente es el 1º Centro Mundial de confecciones de ropa de cuero, y permanentemente la gente viaja por negocios por toda Europa. En marzo de este año, un amigo italiano me lleva de intérprete de ingles una semana a Belgrado, en Serbia, para comprar cueros de oveja. Como intérprete de serbio iba un esloveno (que también pertenece a la ex Yugoslavia). Todo iba bien hasta que estando en Bosnia, 100 km antes d ela frontera Serbia, entramos en zona de Guerra con campos minados a ambos lados de una carretera que cada km empeoraba su estado.
Al llegar a la frontera nos encontramos con los cascos azules de la ONU que pertenecían a Jordania y, como en los chistes, preguntaban qué hacían un italiano, un esloveno y un argentino en la frontera entre Croacia (ya habíamos cruzado Bosnia) y Serbia.
En particular, a mí me tuvieron 1 hora interrogando porque sostenían que lo único que podia hacer un argentino era o vender droga como Maradona o armas como nuestro Ministro de Defensa. Así que si alguno de ustedes los ve, agradéscanle por sus denodados esfuerzos por hacer quedar tan bien nuestra imagen en el exterior.
Finalmente llegamos a Serbia donde me hicieron un diploma por haber sido el primer argentino en cruzar la frontera después de la Guerra (que había etrminado una semana antes).
La otra es que estando en las Ruinas de Pompeya con unos amigos argentinos que viven acá, en un momento del día (para recorrer la ciudad se necesita más de 1 día) le pregunto a uno dónde estaba el baño. En ese momento pasaba un señor que, con voz muy clara, me dice en castellano: “al fondo a la derecha”. Le dije gracias y fui. Cuando vuelvo, estaba hablando con mis amigos y dijo que era ingeniero de Caballito. Nos pregunta de dónde éramos y cuando le digo de Turdera, dijo que su cuñado era el dueño de Perfumerías Anahí, en Banfield.
Yo conteniéndome le dije: “Ah, mándele saludos a Gustavo!”. Les juro que creí que la esposa se desmayaba (era la tía de Gustavo y, como yo, no lo podíamos creer).
Bueno, ahora me despido, les mando un beso y un abrazo fuertísimo a todos y espero verlos muy pronto!
Si me quieren escribir, Ariel tiene mi dirección y mi nº de teléfono.
Los quiero mucho. DIVIÉRTANSE EN LA FIESTA!

Eduardo

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